Buenas tardes lectoras y lectores.
¿Hoy no creéis que es uno de estos sábados de otoño-inviernos de estar en casita? Pues si, en mi caso si. Salir a la calle para ir directa a un centro comercial o un lugar cerrado por qué llueve, hace niebla, frío... Hoy mantita, sofá, pelis y relax.
Os quería hoy contar mi historia de cómo empeze a tener un millón de potingues en el baño y un buen armario donde no falte de nada.
Cuando era un poco más pequeña me empezaron a salir granitos y al año decidí ir con mi madre a comprarme una base de maquillaje de lo más natural para intentar disimularlos. Poco a poco con la base empecé a descubrir más productos, viéndoselos a mi madre, en las tiendas, en la televisión... Píntalabios de brillo, base labiales con colores, sombras y lápices de ojos etc. Pero no creáis que todos estos los utilizaba, no no, los compraba pero estos iban siendo almacenados. Así hasta que años después empiezas a usarles pero a la vez muchas cosas más.
Con la ropa es otro cantar. Cuando era pequeña tu madre te compraba la ropa pidiéndote de vez en cuando opinión, así que te ponías lo que tú madre te dijese, eras como un maniquí.
¡¡Qué divertido es ir descubriendo y aprendiendo cosas nuevas!!
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